Una de las noches fuimos a cenar con Carmen y Alberto a una pizzería no muy lejos del hotel, la velada fue de lo más agradable, comimos bastante bien y nos estuvieron contando cómo es trabajar en un sitio como Bali, cómo es la gente que vive allí...
... la cual, guardando las distancias en muchísimas cosas, tienen otras en las que se parecen mucho, como las camareras del restaurante... Las cuales hacían más caso a su móvil que a nosotros... Parecía que la única manera de que nos atendiesen era mandándoles un sms!
Ahí estaban las cuatro, sentadas a un lado de la barra con cara de: me aburroooooo!! Y chateando con sus respectivos... Hay cosas que no cambian en ningún país, y si es uno en el que el clima es cálido, menos aún.
Pero lo mejor de la noche vino sin duda luego, Carmen y Alberto nos llevaron al Rock Bar, que está en el hotel Ayana, el sitio es increíble. Es una pena que al ser de noche las fotos no reflejen en realidad como es aquello, aunque en la web del Rock Bar podéis ver más imágenes.
El nombre no se lo han puesto por la música rock, si no porque está situado en una roca, exactamente en un precipicio donde las olas no dejan de romper.
Para bajar al bar hay que coger un funicular, al menos cuando funciona, porque cuando no, te toca bajar unas escaleras larguísimas y muy muy empinadas...
Las vistas impresionantes, merece la pena el paseo hasta allí!
Un detalle que me encantó fue la carta, era un tubo con luz que hacía las veces de linterna. Estupenda idea.
Cócteles de todos los colores, mi daikiri de fresa delicioso!
La única pena es que al día siguiente teníamos que madrugar, habíamos quedado con Kardi para que nos enseñase cositas de la isla.
Así que nada, de vuelta al funicular y al hotel a descansar...
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