Después de desayunar en el hotel nos fuimos en metro hasta la isla de Lantau, íbamos a visitar el monte Ngong Ping donde se encuentra el monasterio budista del mismo nombre y la gran estatua de bronce de Tian Tan Buddha.
Para llegar a la cima del monte hay que subir en teleférico, bueno también puedes subir andando pero calculo que puedes tardar dos días en llegar si vas a buen paso y no paras a descansar.
El teleférico en cuestión se llama Ngong Ping 360 y lo tienen muy bien organizado y limpito (como se nota que esto "no" es China). Hay dos tipos de cabina, la normal y la de cristal, igual que los bolis BIC.
Tras hacer la cola pertinente y pagar el billete de ida y vuelta en cabina de cristal, marido es un poco caprichoso a veces, iniciamos el ascenso. El precio del billete, unos 17€ por persona, y te ponen una pulserita VIP super chula!
Había muy poca gente y lo normal es que en las cabinas subiesen dos o tres personas como mucho... Menos nosotros, claro, que nos tocó compartir habitáculo con una "happy family" con niño, carrito y todos los complementos.
Antes de continuar creo que es un buen momento para indicar que las fotos tipo "autofoto" van a ser una constante a partir de este momento... Es lo que tiene viajar sólo dos personas, que al final agarras la cámara y te retratas tú solito... Una vez aclarado esto continúo con el relato.
Las vistas impresionantes, y el trayecto duró bastante, yo diría que más de media hora.
Al final nos hicimos amigos de nuestros compañeros de teleférico, nos hicieron fotos... nosotros a ellos... Todos tan contentos, y el enano encantado con el suelo de cristal de la cabina.
Cuando llegamos ya era la hora de comer, así que nos metimos en uno de los restaurantes del "chiringuito" que tienen allí montado, nos tomamos un café en el Starbucks y seguimos con la visita.
Para llegar hasta la imagen de Buda, hay que subir los 268 peldaños que la separan de suelo firme. Lo hicimos, como unos campeones, pero parando de vez en cuando con la excusa de hacernos alguna foto!
A modo de curiosidad contaros que el Gran Buda mide 34 metros. Es realmente impresionante, y no lo son menos las seis estatuas que lo rodean presentándole ofrendas.
En la base de la imagen del Buda hay un museo al que no entramos, nos habían dicho que no merecía la pena.
Después de recuperar el aliento tras la subida, decidimos volver a bajar y acercarnos al monasterio budista.
Tuvimos suerte, al llegar al monasterio se oían los cánticos de los monjes budistas, de hecho les pudimos ver mientras rezaban. Como es normal había carteles por todas partes pidiendo que no se hiciesen fotos.
En el mismo monasterio hay un restaurante vegetariano y un jardín de té, donde puedes disfrutar de una taza de esta bebida rodeado de naturaleza.
El incienso como siempre omnipresente en este tipo de templos. El tamaño de estas varas era impresionante, eran tan altas como yo.
De vuelta al teleférico pasamos por todos los puestecitos y tiendas de "merchandising"... Me encantaron los molinillos de viento...
Yo, como siempre aprovechando cualquier oportunidad para hacer el tonto.... Pues que sepáis que se movía cuando soplaba!! Y la brisilla que corría por allí seguro que no tenía nada que ver!
Lo que son las cosas, al bajar nos volvió a tocar la misma "happy family" en el teleférico! Menos mal que nos habíamos hecho amigos en la subida!
El día aún no había terminado!!
Continuará...
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