Lo siguiente que nos llevaron a ver fue otro jardín, este era algo más pequeño, sólo dos hectáreas (pedazo de jardín también) y como el anterior reconocido por la UNESCO como de Interés Universal en 1997.
Peter, el guía, no dejaba de decirnos que estaba sorprendido por la poca gente que nos estábamos encontrando, que hacía a penas una semana, era prácticamente imposible hacerse una foto sin estar rodeado de cientos de personas. La razón, hacía a penas dos días que la Expo había terminado y todos los turistas se habían ido.
Será una pena para el turismo, pero a nosotros nos vino fenomenal, había gente, pero la justa, no echamos de menos a nadie.
Nuevos usos de la cerámica tradicional china, adaptarse o morir.
Soy super fan de las lámparas chinas, debo tener mil fotos, creo que algún día haré un monográfico de ellas. Son preciosísimas!
Los salones estaban divididos en dos partes, una donde los hombre tomaban té y perseguían al dragón y la otra donde las mujeres tocaban instrumentos, cantaban y bailaban para amenizar la velada. Las cosas no han cambiado tanto hoy en día, ahora nosotras nos quedamos cotilleando en la cocina mientras preparamos los aperitivos y los chicos están en el salón viendo el fútbol bebiendo cervecitas. ¡Yo me lo paso pipa!
Eso si, de momento nuestra casa no tiene maderas nobles, placas de jade gigantes ni jarrones de la Dinastía Ming... Todo llegará!!
Y por supuesto, los chinos no pierden ninguna oportunidad de echar una partidita. ¡Ele, las señoras con gracia! Mus!!!
Y bueno, esto es lo que dio de si la visita al segundo jardín. Me quedé con las ganas de visitarlos con los lagos llenos de lotos, pero seguro que volveremos.
jo!! me das una envidia tremenda!!!!! como me gustaría conocer todo aquello!! tu mantenos documentados para luego ir del tirón!! ajjajajajaja
Gracias!!!! un besazo preciosa!!!
Publicado por: Miguel | martes, 09 noviembre 2010 en 09:09 p.m.
Que sitio más bonito, la semana pasada cuando estuve en Malacca también visité una casa china del siglo 19 en el barrio chino que es enorme y muy interesante por la arquitectura y los templos. También fuimos a un cementerio, nos contaron que tienen la costumbre de llevar cosas a los muertos, como por ejemplo tabaco o coches (de papel claro) joyas, dinero, .... y los queman para que les llegue a través del humo a su otro hogar. De hecho en el barrio chino había tiendas especilizadas en estos artículos.
Publicado por: Tita Belén | miércoles, 10 noviembre 2010 en 02:51 p.m.
Está bien ver que la decoración de algunos restaurantes chinos en Madrid es tan fiel a la realidad.
Aquello es precioso, que bonito.
La papelera es lo mas de lo mas. ¿Como tiras ahí algo asqueroso?. A mi me daría palo.
Publicado por: César Gómez | viernes, 12 noviembre 2010 en 02:42 p.m.