Antes de venir a Shanghai, me imaginaba una ciudad completamente distinta a la que me he encontrado. Sabía que iba a encontrarme con una zona muy moderna, con altísimos rascacielos, pero también pensé que habría una parte más tradicional, con edificios típicos, más china, vamos.
Pues no, resulta que todas las edificaciones antiguas están siendo derruidas y en su lugar, construyen edificios inmensos de apartamentos u oficinas, a lo que unido el caos del tráfico que ya he comentado alguna vez, hace que la ciudad sea todo menos tradicional.
Cuando levantas la vista hacia el cielo, esto es lo que sueles ver...
Hay calles y sobretodo ¡aceras muy estrechas!, quizá no tanto por el ancho de las mismas si no por el espacio que dejan para pasar por ellas. Puedes encontrarte casi con cualquier cosa, desde chiringuitos con comida, a señores con su silla echándose una siestecita o lavándose en un barreño, pasando por el mecánico del barrio arreglando bicicletas o motos, lo dicho, cualquier cosa. Hay algo que me encanta, tenéis que ver dónde tienden la colada. ¿Qué os parece? Construyen los edificios con estos tendederos ya instalados. Y si se quedan pequeños... ¡No pasa nada! Improvisas con una cuerda y dos árboles y tienes sitio para tender los edredones.
El parking de las bicicletas tampoco tiene desperdicio, y este no es de los más concurridos.
Está siendo una experiencia genial, cada vez que salgo a la calle descubro algo nuevo y me da la sensación de que va a ser así durante mucho tiempo. Ciao!
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